De La Habana a Cartagena, las Farc entran a la vida civil por el Caribe
El próximo lunes el presidente Santos y el jefe de las Farc, Timochenko, volverán a encontrarse en Cartagena,
La histórica y caribeña ciudad de Cartagena de Indias acogerá este lunes la firma del acuerdo de paz negociado en La Habana entre el Gobierno colombiano y las FARC, guerrilla que el viernes anunció el fin de las armas tras 52 años de guerra contra el Estado.
A "La Heroica" llegarán presidentes, el rey Juan Carlos de España y representantes de organismos internacionales.
Todos ellos apadrinarán la firma del acuerdo por parte del mandatario colombiano, Juan Manuel Santos, y el líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño Echeverri, alias "Timochenko".
Ambos ya se encontraron en La Habana, ciudad que albergó los diálogos de paz del Gobierno y las FARC durante 45 meses y cinco días, donde se negoció la paz con una guerrilla oculta en las selvas y los campos colombianos durante 52 años, y que ha decidido dejar las armas y entrar a la vida civil como partido político.
Desde El Diamante, un remoto lugar en los Llanos del Yari, en la mitad de las selvas del sur de Colombia, las FARC ratificaron el viernes, durante su X Conferencia, el acuerdo alcanzado en Cuba.
La guerrilla hizo además un llamamiento a "todos los partidos, movimientos políticos y sociales" de Colombia para hacer un "gran acuerdo" encaminado a impulsar un "proceso abierto" que lleve a una Asamblea Nacional Constituyente.
Y el jefe negociador de las FARC, Luciano Marín Arango, alias "Iván Márquez", afirmó que trabajarán por un nuevo "Gobierno de construcción de paz".
El próximo lunes el presidente Santos y el guerrillero Timochenko volverán a encontrarse en Cartagena, ciudad que como La Habana tiene una marcada identidad caribeña.
La Cartagena amurallada y llena de balcones y casas coloniales fue escogida para el histórico momento por el presidente Santos porque, entre otras razones, fue la ciudad en la que vivió y murió San Pedro Claver, el jesuita español conocido como "El apóstol de los esclavos", quien dedicó su vida protegerlos en el siglo XVII.
El doctor en historia Javier Ortiz Cassiani, asesor del Ministerio de Cultura, explica que "si algo caracteriza a la historia de Cartagena de Indias es precisamente esa tradición de resistencia a la penetración de piratas, corsarios y bucaneros de las potencias enemigas de España".
Fue en Cartagena donde el almirante español Blas de Lezo derrotó en 1741 a la poderosa flota británica comandada por Edward Vernon, y así comenzó la leyenda que ha hecho grande a la ciudad.
"Desde allí ya hay una idea de la importancia de la heroicidad de Cartagena y esa heroicidad en tiempos coloniales se va a relacionar luego con una heroicidad en los tiempos de la Independencia", agregó Ortiz.
La Cartagena de hoy es la "joya de la corona" del turismo en Colombia pues recibe más de 2,2 millones de visitantes al año y ha acogido numerosas cumbres de jefes de Estado y Gobierno, así como congresos y ferias.
Según Ortiz, Cartagena "tiene serias ventajas en materia de seguridad y logística", pero lamenta que, en cierta forma, se haya caído en el error de "convertir a la ciudad sólo en un escenario".
La ciudad tiene dos caras: una brillante y exclusiva que se vende al mundo como una de las perlas del Caribe y otra que convive con la pobreza, precarios servicios de salud y públicos, y un escaso acceso a la educación.
El 80 % de su población de un poco más de un millón de habitantes es afrodescendiente y más el 50 % vive por debajo del umbral de pobreza.
El próximo lunes sus murallas serán testigo del más simbólico hecho de la historia contemporánea de Colombia. La paz se firmará ante unos 2.500 invitados colombianos y extranjeros.
Santos y "Timochenko", seguramente vestidos con la guayabera típica del Caribe, se darán el tercer apretón de manos en menos de un año para sellar el fin de la guerra en Colombia, la desaparición de las FARC como guerrilla y el regreso de sus miembros a la vida civil, un tránsito que comenzó en La Habana.
Ricardo Maldonado Rozo- EFE